Dexter Bernhard Dombro, el canadiense que sembró semillas en corazones y tierra vichadense

Por: María Alejandra Rayo

Una valentía intachable, un corazón grande, un alma llena de amor por sus árboles, una sonrisa que calmaba, un cariño infinito por la tierra. Eso, entre muchos más atributos era lo que caracterizaba a Dexter B. Dombro (1956-2020). Desde pequeño el canadiense con ascendencia prusa por parte de papá y scandinavica por parte de mamá tuvo aventura en su vida, con tan sólo doce años su familia construyó con sus propias manos un velero inspirado en los barcos fenicios antiguos (los cuales no contaban con un motor) a punta de madera que encontraron en el basurero de la ciudad de Tiro, Libano. Con las manos un poco cansadas y seguramente sudor en sus frentes lograron estructurar una construcción sostenible para en primer lugar rastrear, junto a su padre, madre y hermano, las viejas navegaciones fenicias; y, por otra parte, mostrar que no importa el lugar en el que se dejen huellas, el aire que se respire, las tierras que se pisen, el hombre común es igual, ya que trabaja por su familia y su tierra. Así, el velero se probó primeramente en las aguas del Mediterráneo y luego se movió por tierra al puerto de Aqaba, lugar en donde empieza su travesía.

Su viaje estuvo lleno de obstáculos con múltiples situaciones de vida o muerte, como lo eran las tormentas, encuentros con piratas, grandes piedras, estancarse en una isla desierta, y hasta reconstruir el barco estando en el mar dos veces. Estas experiencias poco a poco alimentaban el corazón del pequeño Dexter, enseñándole las verdaderas aventuras que contaban en el crecimiento de ser un hombre como lo llegó a ser. Y así, continuaron con su travesía durante cuatro años, en la cual atravesaron el Mar Rojo hasta circunnavegar el Cuerno de África y después por la Península de Arabia, siguieron el Golfo de Persia, hasta llegar a Kerala, territorio perteneciente a India del Sur. Aquella tierra escondía un secreto en el destino de Dexter, en donde las nubes presenciaban un amor todavía desconocido para él, en donde se encontraba una compañera que sí se puede llamar de toda una vida.

Kochurani y Dexter, siendo adolescentes se enamoraron el primer día que se vieron en la costa de India. Basto unas miradas, unas palabras y unas sonrisas para saber que el destino los había juntado por algún motivo. Uno de esos aspectos fue el deseo mutuo de transformar las zonas deforestadas y desérticas en bosques. Y así, su amor desde el principio se basó en las semillas de un anhelo por querer cuidar del medio ambiente. Sin embargo, Dexter tenía que seguir con su camino, montarse en el Velero Phoenicia y continuar con el propósito que tenía su familia. Tres años de más pasaron por el sudeste asiático de Sri Lanka a Indonesia y muchas paradas de más hasta la costa del norte de Australia y análogamente, conociendo las personas, sus retos, religiones y culturas. A su vez, Dexter pensaba en su amor y escribía cartas a menudo, promesas que llenan el corazón y perfumes en hojas y letras que balancean la ausencia física por una conexión más allá del cuerpo humano. Ya se habían cumplido siete años en total de estar recorriendo el mundo y guardando memorias de vistas y aventuras que muy pocos pueden decir que han vivido. Al final este tiempo, Dexter decidió volver a India, donde lo esperaba Kochu para no solo un reencuentro, sino para la promesa de toda una vida, siendo tan jóvenes, decidieron contraer matrimonio.

Ya con un futuro por construir juntos, y de la mano, partieron rumbo a Canadá para formarse como profesionales y sacar sus estudios adelante. Unos años después, en su trayecto por la universidad al hacer su maestría tuvieron su primer hijo, Dilmun Dombro. Trabajaron y estudiaron al mismo tiempo lo cual dio frutos sin duda: Kochu se graduó de dentista con pregrado en ciencia y Dexter de abogado con pregrado en humanidades. A su vez, crecieron su familia y formaron una calidad de vida no solo para su hijo, sino para sus otras dos hijas: Samantha Dombro y Jessica Dombro. Pasaron algunos años y al final del sigo XX tuvieron a su ultimo hijo Dagan Dombro. No obstante, entre los pañales, la escuela, la ropa y los besos de buenas noches seguían recordando ese deseo que tuvieron de adolescentes, el llamado a crecer muchos árboles o “sus bebes” como los solía llamar Dexter. De modo que al ver más y más noticias sobre el cambio climático sentían la necesidad de hacer una diferencia en el mundo al restaurar ecosistemas. Entonces en 2007 llegaron a Vichada, Colombia, en donde se enamoraron de su tierra, sus atardeceres color lila, sus estrellas infinitas, y del pueblo y compraron un pedazo de tierra que daría fruto a sus metas.

Un año después, en el 2008, empezó a operar el sueño de ambos: hacer un proyecto de reforestación sostenible que llamaron “Amazonia Reforestation El Vita S.A.S”. Dicha finca que hoy en día cuenta con alrededor de 2800 hectáreas en la cuenca del rio Bita, aquella que incluye una reserva natural, cultivos de árboles nativos e introducidos, vivero de plantulas nativas certificada, postes de madera legal, apicultura, producción de marañón y flor de Jamaica. De esta manera, llevaron a cabo diferentes proyectos como lo es el rescate de tortugas; talleres y capacitaciones con el propósito de una expansión en el ámbito educativo ambiental; gestiones de organización articulada para hacer los trámites pertinentes con el propósito de convertir y establecer diversas reservas naturales de la sociedad civil; y finalmente el servicio de vivero en donde se germinan y cuidan las semillas de plantas nativas. Cabe resaltar que, asimismo, Dexter fue pionero y líder para la protección RAMSAR del rio Bita.

Ahora bien, cómo es de conocimiento colectivo, el Vichada no es un territorio altamente popular en Colombia, que sin embargo cuenta con diferentes aspectos de mucho potencial tanto para la protección del medio ambiente como la distribución de productos orgánicos a todo el país. A pesar de sus dificultades, este territorio de la Orinoquia contiene una magia inigualable, un cielo despejado y ameno al ojo, unas experiencias con la naturaleza de la que no hay comparación.

Siendo así, el legado de Dexter Dombro (creciente todos los años y en búsqueda persistente de proyectos de impacto ambiental y socioeconómicos) cuenta con actividades variadas que impactan de manera positiva a la sociedad en general y cuidan de la tierra vichadense. Entre estas se encuentra la producción de marañón, miel, flor de Jamaica y vinos artesanales de origen natural y orgánico. Es importante tener que cuenta que la totalidad de sus procesos se pone como prioridad la naturaleza, y a su vez, garantizando un alimento único para el paladar del cliente. Dexter Dombro hizo todo esto posible, tenía un corazón vichadense, lleno de amor por su proyecto, familia, amigos y trabajadores. Este año, el 11 de agosto del 2020, lastimosamente falleció el fundador de la reforestadora del Vichada, dejando en muchos una huella innegable, por sus creencias, sus ideales y sus acciones. Sin embargo, su familia y equipo de trabajo continua hoy en día con el sueño de Dexter, con la visión de hacerlo lo mejor posible y crecerlo en honor a él y a su pasión por la naturaleza. Recordaremos cada día su felicidad al comer (en especial las recetas de su esposa), su sonrisa, sus exploraciones, sus chistes y su valentía. Es poco decir que ha dejado un vacío, pero es claro que su existencia en el mundo llenó de luz a muchos. En lo personal, conocí a Dexter muy poco de lo que me hubiera gustado, y puedo estar segura de que la alegría en sus ojos al mostrarme el proyecto, su emoción en la voz al hablar de su familia y sus árboles, sus carcajadas causadas por sus propios chistes, nunca se irán de la mente de aquellos que tuvimos la fortuna de ser parte de su vida, y el de la nuestra. Así que no es un adiós, es un hasta pronto en la próxima vida, al “canadiense más guapo del Vichada” como él se refería a sí mismo.

Si te gustaría conocer más o hacer parte del sueño de Dexter, contáctanos en  trees@myreforestation.com o al 350-897-5191 o 321-985-0138  

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